Lo que necesitaremos…
Pasta térmica.
Algodón con alcohol.
Cepillo de dientes viejo.
1- Para comenzar, debemos retirar el exceso de cables, para tener un mejor manejo.
2- Debemos retirar el disipador de cpu que tengamos instalado en nuestro equipo, soltando para ello el conector de toma de alimentación y el clip de sujeción. Pero este proceso debe hacerse después de tener una hora por lo menos el ordenador encendido. Esto se hace para que la pasta térmica que vamos a retirar se vuelva algo más líquida con el calor, y nos permita retirar el disipador de manera sencilla.
3- Ya con el disipador fuera podemos observar la pasta termina vieja muy desgastada, seca y en mal estado. Para ello necesitaremos de un algodón con alcohol para retirar la pasta vieja del disipador y procesador.
4- El procesador y disipador les debe quedar de la misma forma a la imagen. Ahora ya sólo queda aplicar una fina capa de pasta térmica. Aquí es donde muchos cometen el error de aplicar gran cantidad de pasta, consiguiendo el efecto contrario que se desea. La cantidad de pasta térmica que debemos echar, es la mínima posible siempre y cuando cubra toda la superficie del procesador y con ayuda de un cepillo cubrimos todo el espacio.
5- Una vez hecho esto, colocaremos el disipador de CPU sobre el procesador, y fijaremos su clip de sujeción, luego conectaremos su toma de alimentación, y habremos acabado. Ahora con programas como Everest o Sandra podremos ver en que nuevas temperaturas se mueve nuestro procesador con la nueva pasta térmica. Dependiendo del estado de la pasta térmica vieja podremos recortar de manera notable la temperatura de trabajo de nuestro procesador, mejorando su calidad de vida, su rendimiento y su durabilidad